En la apacible ciudad de Cedarwood, se encontraba una antigua y majestuosa biblioteca. La biblioteca había estado en el centro de la ciudad durante más de cien años y era famosa por sus vastas colecciones de libros y por una peculiar leyenda: la de la Bruja de la Biblioteca.

Según contaban los ancianos del lugar, en la biblioteca vivía una bruja conocida como Madam Zara. Durante el día, la biblioteca funcionaba con normalidad, pero al caer la noche, los cuentos decían que Madam Zara cobraba vida.

Un niño llamado Sam, amante de los libros y las aventuras, siempre estaba intrigado por la historia de Madam Zara. Decidido a descubrir la verdad, Sam decidió visitar la biblioteca una noche después de que cerraran sus puertas al público.

A la luz de su linterna, Sam entró silenciosamente en la biblioteca. Los estantes de libros se elevaban hasta el techo, y el aire estaba lleno de la fragancia de las viejas páginas y la tinta. Caminó con cuidado entre los pasillos de libros, hasta que se encontró frente a una puerta que nunca había visto antes: la puerta a la sección de libros raros y antiguos.

Al entrar en la sección de libros antiguos, Sam se sintió inmediatamente transportado a otro mundo. Los libros que había allí eran más antiguos y misteriosos que cualquier libro que hubiera visto antes.

Justo entonces, escuchó un susurro suave detrás de él. Se volvió y vio una figura emergiendo de las sombras. Era Madam Zara, exactamente como las historias la describían, con su larga túnica y su bastón tallado. Pero había una calidez en su mirada que desmentía su apariencia sobrenatural.

Madam Zara le mostró a Sam la maravilla de los libros antiguos. Le enseñó que cada libro era un portal a un mundo diferente, lleno de historias y conocimientos esperando ser descubiertos. Esa noche, Sam leyó cuentos de dragones y reinos perdidos, de grandes héroes y villanos temibles.

Cuando Sam se despidió de Madam Zara y salió de la biblioteca, el cielo ya estaba empezando a aclararse. La aventura de esa noche cambió a Sam. Ahora, no solo amaba los libros por las historias que contaban, sino también por los mundos que podían abrir y los secretos que podían revelar.

Desde entonces, cada vez que Sam leía un libro, recordaba a Madam Zara y la maravillosa noche que pasó en la biblioteca. Y aunque nunca volvió a ver a Madam Zara después de esa noche, sabía que siempre estaría allí, en la biblioteca, cuidando de los libros y esperando a los valientes aventureros que se atrevieran a descubrir los secretos de sus páginas.