Había una vez, en el tranquilo pueblo de Jugueteville, una peculiar casa conocida como «La Casa de los Juguetes Olvidados». Se decía que los juguetes que los niños habían olvidado o abandonado encontraban un nuevo hogar en esta casa misteriosa.

Un niño llamado Benny, curioso e intrépido, decidió un día investigar la casa. Benny había perdido su tren de juguete favorito hace unos años y siempre sospechaba que podía estar en esa casa. Con una linterna en la mano y el corazón latiendo de emoción, entró en la casa.

La casa era como un museo de juguetes antiguos. Había muñecas con vestidos de época, robots de lata, coches de carreras descoloridos, y hasta un dinosaurio de madera. Todos ellos estaban alineados en los estantes, como si esperaran a alguien. Benny exploró la casa con asombro, su corazón latiendo de emoción con cada juguete que descubría.

Finalmente, en el ático de la casa, Benny encontró su tren de juguete. Estaba un poco polvoriento, pero aparte de eso, estaba exactamente como Benny lo recordaba. Pero lo más sorprendente fue que el tren estaba rodeado por una especie de aura brillante. Benny tocó el tren y de repente, todos los juguetes de la casa comenzaron a moverse por sí solos, como si hubieran sido despertados de un largo sueño.

Benny se asustó al principio, pero pronto se dio cuenta de que los juguetes no le harían daño. Jugó con ellos toda la tarde, y se dio cuenta de que estos juguetes olvidados solo querían ser amados y jugados de nuevo.

Al anochecer, Benny volvió a su casa, pero prometió a los juguetes que volvería todos los días para jugar con ellos. Y así lo hizo, compartiendo risas y juegos con los juguetes olvidados, que ya no se sentían tan solos.

Desde aquel día, La Casa de los Juguetes Olvidados se convirtió en un lugar especial para Benny y todos los niños de Jugueteville, un lugar donde los juguetes olvidados podrían ser queridos una vez más. Y aunque la casa seguía siendo un poco misteriosa, estaba llena de risas, amor y diversión, demostrando que ningún juguete es verdaderamente olvidado mientras alguien todavía se preocupa por él.